jueves, 7 de mayo de 2015

Imnsomnio

Volvían las ganas de escribir.
De pronto, había borrado, tirado, y hasta escondido muchos de los textos que alguna vez habría escrito. Quería desaparecerlos. Porque los negaba. A veces me sentía una aislada (¿marginada?), algo demente, que desembocaba toda su locura en un papel.
Porque así era; de pronto una tromba de ideas me invadía y tenía que vomitarlas en algún sitio. Escupirlas evacuarlas, sacarlas. Exteriorizarlas.
A veces con violencia. Cuántas con lágrimas, nudos en la garganta, dolores de estómago. Me hacían querer saber todo sobre la psicología para curarme. Decirme "esto es lo que me pasa". Y lo más importante: "esta es la solución".
Hasta darme cuenta (y claro que aún no lo tengo todo sabido) que la barrera, el límite, es mental. Si sé lo que tengo. Sí sé, en todo caso, cómo seguir descubriendo lo que tengo; lo que me pasa. Que siempre voy a tener que pensarme, meditarme, conocerme, analizarme. Y luego seguir por las extensiones, el exterior. Seguir luchando por un mundo mejor.