Acá la santa es el agua, que emana libre en la montaña; acá lo sagrado es el Sol, quema de vida la mañana.
No conocés la verdadera nada, pero en tu voz anida el viento del avismo, como un cuervo inmenso eriza tu piel.
Qué lindo que es estar en la tierra,
después de haber vivido el infierno;
qué lindo que es poder
amarte y mirarte otra vez, después de estar tan enfermo... Qué lindo corazón que estas acá, y acá latiendo, y me desenredes los ojos.
Y si por ahí el miedo me viene a buscar de nuevo, voy a cantar lo que cantamos una vez, mirando al cielo.
Cántale a la luna y al sol, cantale a la estrella que te acompañó, cantale a tus amigos con el corazón; cántale a la luna y al sol, cantá que es la tierra que canta en vos...
Los pibes allá en la esquina están como dibujados; nadie paga sus pecados, no les socorre ni Dios. Esperan la tardecita y se van pa la plazita, beben y fuman paco, después hoyen reggaetón. Porque esperan que en el cielo esté el amor,
¡que no le diste vos!
¿Qué no? ¿Cómo que no?
Miraté, miralos.
Los pibes cumplen condena, entran y salen las venas; entran y salen las penas de su niño corazón. Y tienen la valentía de ganarse el día a día, aunque una noche sin luna se pierda su encendedor...
Porque tienen mucho cielo y mucho mar.
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