lunes, 30 de diciembre de 2013

Estas fechas me traen la sensación, el recuerdo, la angustia, las ganas de seguir luchando en busca de aquello que todos coincidimos es Justicia. o Casi. 
Verano, calor, vacaciones, ganas de ir a ver a mis bandas favoritas. O no tanto, las que están y a las que me da el presupuesto. El año ya empezó, pero el período de este año todavía continúa para mí. 
No así para los 194 chicos que perdieron la vida aquel 30 de Diciembre de 2004. 

Escuchando la canción Sueños (Cromagñón) me di cuenta de que estos se personifican, refiriéndome más allá de cuando se concretan; posteriormente forman parte de una persona, la construyen, son el combustible indispensable que alimenta su motor vital y la mantienen mirando hacia adelante y avanzando. Porque no hay sueño que te retroceda. 
Me acuerdo las placas de aquel fin de año del 2004. Veía cómo un número aumentaba, reflejando detrás de tanta simpleza (un corriente número) infinidad de sentimientos; el primer día ciento ochenta y pico, calor, dolor, bronca; búsqueda de ahogo en llanto desesperado de aquellos familiares que aún no habían encontrado a sus chicos; tal vez y ojalá sobrevivientes, o en el más cruento de los casos, cuerpos con sus ojos cerrados a ser reconocidos. Así iban siendo encontrados en los hospitales; el número iba asenciendo, al igual que la angustia y la desesperación. Y la bronca.
Cada hora que pasaba era escuchar testimonios, llantos, gritos, uno más en la lista, teorías, denuncias, uno menos en casa... 
El grueso al momento de la tragedia; cada vez en menor medida, como los golpes y manotazos desesperados que se sentían de los chicos que aún estaban dentro del boliche e intentaban salir por la puerta de emergencia, fuertes y desesperados al principio, cada vez con menos fuerzas, a medida que iban desvaneciéndose, hasta cesar en contra de su fuerza de voluntad, dejando que poco a poco la muerte nunca mejor personificada que humo negro tóxico fue tomándoles sus pulmones. 
Hasta que cesó en 194. Número que quedó clavado con fuego en la memoria y el corazón de todos. Digo el corazón de todos porque aquellos defensores y/de responsables de la tragedia carecen de uno, sufren el no ser buena gente; el no sentir la culpa por ser movidos por billetes de próceres de pacotilla.  
194 sueños arrebatados en una noche de festejo, de libertad, de juventud, de vida y de locura. 
Se le sumaron 3 suicidios en años posteriores, de almas que no resistieron tanta injusticia y pérdida de seres queridos; o porque el humo tomó más que una parte de sus pulmones. 
Serían 197. 
Pero los primeros sueños en ser quemados por la bengala (o candela) fueron los de Callejeros; en ese mismo instante en que se encendía, se apagó ese sueño de tocar como  

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