sábado, 18 de enero de 2014

Me enamoré del detalle.
Suena a que soy muy exquisita, pero nada que ver.
Quiero decir que veo la belleza en cualquier lado; incluso en el patio de mi casa o mientras camino a la parada del bondi. De verdad que siempre que voy andando por la calle, o mirando a través de la ventana del colectivo o del tren, me doy cuenta que muchas cosas son arte, y las aprecio tanto!; los colores combinados, el celeste del cielo con el verde de la vegetación, los murales, los árboles, el sol, las estrellas, la noche, el barrio, el paisaje; si voy con música es una sensación más bella aún, también el canto de los pájaros o el traqueteo del tren. Los ruidos a veces son música para el alma.
Y muchos no se dan cuenta de eso, de los detalles. De la belleza de lo cotidiano. Por eso busca en los centros turísticos mercantilizados como todo en este mundo por nosotros, aquello que puede encontrar a pocos kilómetros de donde están sus pies apoyados en ese momento. Por eso digo me enamoré del detalle; quiero decir, me encanta y me río de lo cotidiano; y no de la urgencia de llegar.

En la mañana del 12 de Enero de 2007 (¿Qué importa cuándo?), un violinista ofreció un concierto en una estación de metro de la ciudad de Washington.
Apoyado contra la pared, junto a un tacho de basura, el músico, que más parecía un muchacho de barrio, tocó obras de Schubert y otros clásicos, durante tres cuartos de hora.
Mil cien personas pasaron sin detener su apurado camino. Siete se detuvieron durante algo más que un instante. Nadie aplaudió. Hubo niños que quisieron quedarse, pero fueron arrastrados por sus madres.
Nadie sabía que él era Joshua Bell, uno de los virtuosos más cotizados y admirados del mundo.
El diario The Washington Post había organizado este concierto. Fue su manera de preguntar:
- ¿Tiene usted tiempo para la belleza?
Eduardo Galeano, Los hijos de los días

Claro que si!

Por eso digo; a eso me refiero cuando expreso que me enamoré del detalle, de lo cotidiano. Porque me revelo hacia lo que los medios crean y maquillan con la finalidad de que cueste plata. Uno gasta de su bolsillo por eso que está cotizado. Cotizado por otro, para que paguemos; a nosotros sólo nos gusta pero como no somos críticos ¿Qué sabemos de si está caro, barato? o bien, que es lo que siempre asumimos sin cuestionarnos.
¿Cuánta belleza nos perdemos por eso?

El mundo, la sociedad en las ciudades nos masajeó el cerebro e inclustró dentro la idea de vivir apurados; la tontería de ponernos edades para lo común; la edad para terminar una carrera y ser profesional, la edad para tener tu primera vez, la edad para casarte, la edad del pavo, la edad para tener tu primera casa, tu primer hijo; edad promedio, lo normal, el ejemplo y lo "a seguir"

Yo no viajo para llegar; viajo por ir; no vivo para morir, vivo para no perder.
Viva lo bello, lo hermoso, lo cotidiano, lo simple, lo placentero, lo que nos llena de vida, lo que nos hace vivir, lo que nos vive, lo que somos, lo que nos hace sonreír, sólo y por placer.


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